La puesta en escena fue impecable: luces que cortaban el aire, sonido de alto impacto y coreografías aeróbicas que no dieron respiro. Cada cambio de vestuario marcó un nuevo pulso en un relato visual y sonoro tan potente como cuidado.

El público vibró desde el primer tema. Saltaron, gritaron y no dejaron de cantar ni un segundo. Lali dominó el escenario con una energía feroz y una entrega total. Fue mucho más que un recital: fue una fiesta de pop cargada de fuerza, sensualidad y libertad.




Fotografías 📸 Laura Musere
Larga vida al pop salvaje de Lali!?