Independiente Rivadavia histórico, la Lepra mendocina se consagró Campeón de la Copa Argentina

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Independiente Rivadavia histórico, la Lepra mendocina se consagró Campeón de la Copa Argentina
fotografías gentileza prensa CSIR - Club Sportivo Independiente Rivadavia

La lepra alcanzó la hazaña más grande del fútbol cuyano, con el alma, el corazón y todo pronóstico, derrotó a Argentinos Juniors y se clasificó por primera vez en su historia a la Copa Libertadores.

El fútbol argentino tiene un nuevo campeón, un monarca forjado en la garra mendocina, que desafió a la historia, al destino y a la lógica para gritar campeón. Independiente Rivadavia no solo se llevó la Copa Argentina, sino que firmó la gesta más grande jamás vista en la provincia, al vencer a Argentinos Juniors en una final para el infarto: 5 a 3 en los penales, tras un 2-2 agónico.

Se trata del primer título grande de su historia, el primero para todo el fútbol de Mendoza, y el pasaje directo a la CONMEBOL Libertadores 2026!

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El partido, una final con mayúsculas, arrancó con el rugido de la "Lepra". Apenas a los 9 minutos, el paraguayo Álex Arce, con ese olfato goleador que lo define, metió un cabezazo formidable a un centro quirúrgico de Osella para desatar la locura. El 1 a 0 era la chispa que encendía el sueño.

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Pero el camino a la gloria no se pavimenta, se sufre. Sobre el cierre del primer tiempo, el drama se hizo presente: el motor Amarfil, ya amonestado, no pudo contener la gambeta endiablada de López Muñoz y se fue expulsado a los 40 minutos. ¡A aguantar, Lepra, a jugarlo con diez y con el corazón en la mano!

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El complemento fue un ejercicio de resiliencia épica. Con Centurión tapando lo imposible bajo los tres palos, Mendoza aguantaba. Y entonces llegó el grito de la épica: una contra letal, con Sebastián Villa galopando como un purasangre, que encontró a Matías Fernández para que este definiera con una maestría inaudita. ¡2 a 0 y el título a tiro de la mano!

Pero este Independiente Rivadavia, con alma de gladiador, tuvo que pasar por el infierno antes de tocar el cielo con sus manos.

Lo que siguió fue un vendaval. Argentinos descontó inmediatamente, el partido se calentó, y el arbitraje tendencioso terminó expulsando al DT Alfredo Berti y a su ayudante. ¡Un técnico menos, un jugador menos, y el clima irrespirable!

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Ahí surgió el verdadero héroe: Ezequiel Centurión. Se hizo gigante, atajando un cabezazo venenoso de Ramírez, salvando la tarde... hasta que la mano dijo basta. Lesionado, debió salir. Entró Marinelli, sin saber que el destino le guardaba un rol protagónico.

Tras la expulsión de Osella y ¡13 minutos de adición!, la resistencia azul parecía infinita, pero el agotamiento y la inferioridad numérica cobraron su precio: Godoy, en el descuento, puso el 2-2.

Los penales, una la ruleta rusa de las emociones.

La tanda de penales fue un festival de nervios y precisión. Gómez, Villalba, Retamar y Studer no fallaron, mientras la tensión se cortaba con un cuchillo.

El momento cúlmine llegó cuando la figura que entró desde el banco, Gonzalo Marinelli, se hizo cargo de la historia y atajó el remate de Tomás Molina.

La pelota del campeonato quedó a merced de la zurda indomable de Sebastián Villa. El delantero caminó, respiró hondo ante el arco, y con una frialdad propia de los elegidos, la mandó a guardar para la eternidad.

El pitazo final se ahogó en un grito de desahogo de toda una provincia. Independiente Rivadavia es el campeón inmortal, el que demostró que la garra mendocina puede más que la historia y los pergaminos.

¡Salud, Lepra! ¡Salud, Mendoza! La Copa Argentina ya tiene dueño, es Azul y mendocino de pura cepa!