Elegir en tiempos de incertidumbre: una lectura neuropsicológica del acto de decidir en la Argentina

Elegir en tiempos de incertidumbre: una lectura neuropsicológica del acto de decidir en la Argentina

Elegir en tiempos de incertidumbre: una lectura neuropsicológica del acto de decidir en la Argentina En nuestra inmersión en la neurociencia, en esta oportunidad nos embarcamos en un intrigante viaje para comprender cómo nuestro cerebro da forma a nuestras elecciones. El fascinante recorrido por la ciencia detrás de nuestras decisiones, donde exploraremos desde las bases neuronales hasta las implicaciones prácticas de este complejo proceso. Elegir no es un gesto simple. Elegir es un acto cerebral que ocurre bajo la presión de la biografía, las emociones, la historia social y, en países como la Argentina, bajo el peso constante de la incertidumbre económica. Las neurociencias afirman que la toma de decisiones no es un acto puramente racional: el cerebro decide mucho antes de que la conciencia crea haber elegido. La corteza prefrontal analiza opciones, pero la amígdala emocional y los circuitos de supervivencia son los que determinan qué acción parece “posible” o “segura”. No elegimos desde la libertad absoluta, sino desde el rango de posibilidades que nuestra biología percibe como sobrevivible. En contextos de estabilidad, elegir implica proyectar.

En contextos de crisis, elegir implica resistir. El cerebro humano modifica su comportamiento decisional cuando percibe amenaza. Cuando el estrés es alto y sostenido, como ocurre en sociedades atravesadas por inflación, devaluación, precarización y sensación de futuro incierto, el sistema nervioso priorizadecisiones de corto plazo por encima de elecciones estratégicas. La neurociencia lo explica con claridad: bajo amenaza, el cerebro abandona la exploración y se refugia en la conservación. No se expande, se protege. Así, lo que se llama “falta de elección” muchas veces es, en realidad, agotamiento neurológico. La incertidumbre económica permanente activa mecanismos de hipervigilancia: el organismo aprende a sobrevivir día a día, lo que empobrece la capacidad de proyectar y posponer gratificación. La psicología lo observa hace décadas: el sujeto en estado de supervivencia no elige, reacciona. Se adapta al contexto, incluso cuando ese contexto lo lastima. No hace elecciones libres; administra daños. En la Argentina actual, elegir se vuelve un gesto político interno: implica sostener criterio propio aun cuando todo alrededor presiona para elegir desde el miedo. La precarización emocional y económica genera lo que la psicología social describe como “fatiga decisional”: el cansancio de pensar, de evaluar, de comparar, de volver a empezar. Elegir cansa cuando se vive en estado de amenaza continua. Por eso aparecen decisiones impulsivas, postergaciones crónicas o parálisis emocional. No es falta de voluntad: es costo neurológico.

Sin embargo, incluso en crisis, el cerebro conserva una capacidad extraordinaria: la de reorganizarse si recibe dirección consciente. La neuroplasticidad demuestra que la toma de decisiones se fortalece cuando el sujeto recupera agencia: un rumbo propio, aunque sea pequeño. En un país donde lo urgente devora lo importante, elegir no es simplemente decidir entre opciones; es defender un lugar interno, un criterio, una brújula. Aun en el caos, elegir sigue siendo un acto de construcción de identidad. No siempre se elige lo ideal, pero se elige lo posible. Y en tiempos como estos, lo posible también es un acto de dignidad humana.