¿Dónde termina la fotografía y dónde comienza la inteligencia artificial?

La columna de fotografía de Juan Tinelli llega con una nueva entrega.

¿Dónde termina la fotografía y dónde comienza la inteligencia artificial?

Por Juan Tinelli

En la era de la revolución digital, donde las herramientas evolucionan a un ritmo vertiginoso, la fotografía —ese arte de capturar la luz— se encuentra en una encrucijada: ¿hasta dónde llega la imagen fotográfica y en qué momento se convierte en una creación de inteligencia artificial?


Herramientas: de la pala a la retroexcavadora
Imaginemos que debemos cavar un pozo. Si tenemos una pala, la usamos. Si conseguimos una mejor pala y un ayudante, lo haremos más rápido. Y si tenemos acceso a una retroexcavadora, el trabajo será más eficiente y el esfuerzo menor. El pozo será el mismo, pero los recursos cambian el proceso.


Con la fotografía ha sucedido algo similar. Las primeras cámaras eran gigantes e inmóviles. Luego, con la aparición de modelos portátiles, los fotógrafos pudieron salir al mundo. Las placas de vidrio dieron paso al celuloide, llegaron los rollos, y finalmente irrumpió la fotografía digital.
Cuando la calidad digital alcanzó y superó a la analógica, los carretes quedaron relegados a los nostálgicos. Desde entonces, toda la investigación se volcó en mejorar sensores, ópticas, megapíxeles y herramientas de edición como Photoshop o Lightroom.


La inteligencia artificial entra en escena
Hoy, sin embargo, se abre una nueva etapa: ya no se trata solo de editar una foto, sino de crear imágenes desde cero mediante inteligencia artificial. Aquí surge la gran pregunta: ¿sigue siendo fotografía?
La IA permite mejorar imágenes tomadas con cámaras: ajustar brillo, contraste, color, nitidez, e incluso eliminar el ruido. Hasta aquí, seguimos hablando de fotografía, potenciada por nuevas herramientas.
Pero si una persona ingresa un texto a una IA generativa —por ejemplo, “un camello tocando los bongós mientras un elegante baila con tutú a su lado”— y recibe como resultado una imagen hiperrealista, esa imagen no fue tomada, fue generada. Y aunque comparte formato y calidad con una foto, no proviene de un instante real. Es una creación digital pura.


¿Es esto arte? ¿Es fotografía?
La diferencia es sutil, pero importante. Una cosa es mejorar una fotografía; otra, muy distinta, es simular una realidad sin haber estado allí. Una imagen generada por IA puede ser visualmente impactante, pero no nace del ojo humano que estuvo presente en el lugar y en el momento. No requiere cámara, ni luz, ni espera. Solo texto. Entonces, la pregunta que ronda cada vez con más fuerza en círculos creativos y técnicos es:
¿Podemos llamar fotografía a lo que nunca fue fotografiado?


Un nuevo capítulo para la imagen
El debate está abierto, y no se trata de nostalgia, sino de definiciones. Quizás estamos asistiendo al nacimiento de una nueva categoría visual: imágenes generadas por inteligencia artificial, con un lenguaje propio, pero distintas de la fotografía como la hemos conocido.
Al final, ambas comparten su naturaleza digital. Pero la diferencia entre una imagen tomada y una imagen creada está, por ahora, en la mirada humana detrás del lente.