Una tradición que llega desde México y que, más allá de sus colores y ofrendas, ayuda a la mente a procesar la pérdida, fortalecer los lazos sociales y celebrar la memoria de los seres queridos.

Cada 1 y 2 de noviembre, muchas comunidades alrededor del mundo recuerdan a sus seres queridos que han partido. En Argentina, aunque no es una tradición originaria, el Día de los Muertos ha ido ganando presencia gracias a la influencia de la cultura mexicana y a la globalización de celebraciones culturales. Más allá de su colorido y su estética, esta festividad tiene un profundo impacto en la mente y las emociones.
Rituales que conectan con la memoria
Participar en rituales de recuerdo activa áreas del cerebro vinculadas con la memoria y las emociones, como el hipocampo y la amígdala. Las ofrendas, fotografías y objetos personales funcionan como disparadores de recuerdos, ayudando a procesar la pérdida y a regular la tristeza y la ansiedad. Recordar a los seres queridos se convierte así en un ejercicio emocional que ofrece consuelo y bienestar.

Fortaleciendo la comunidad
Los rituales colectivos, como visitar tumbas o compartir historias, refuerzan la cohesión social y fomentan la empatía. Este fenómeno, llamado neuroplasticidad social, fortalece los vínculos afectivos y permite que incluso los niños aprendan a enfrentar la muerte de manera más natural, incorporándola como parte de la vida.
Un espacio para expresar emociones
En Argentina, donde el duelo suele vivirse en la esfera privada, la adopción de estas prácticas ofrece un espacio seguro para expresar emociones y mantener viva la memoria colectiva. Celebrar a quienes se han ido ayuda a reconciliar la pérdida con la vida cotidiana y promueve un bienestar emocional compartido.

Más que una tradición
EI Día de los Muertos no es solo una celebración de calaveras y colores: es un ritual que une recuerdos, emociones y comunidad. Para la sociedad argentina, integrar estas prácticas significa cuidar la mente, fortalecer los lazos sociales y honrar la memoria de los que se han ido.